El tono general de estos ensayos se concentra en cuestiones que tienen que ver con la nulidad, la aniquilación, el fin o la destrucción, enalgunos autores o en momentos señeros de la Modernidad, tales como laAustria de fin de siglo, Malevich, Pessoa, John Martin, Cage, lapintura después de Auschwitz o el marqués de Sade. Reunidos bajo eltítulo ?voluntariamente ambiguo? de "Alegrías de nada", por un ladoaluden, efectivamente, a las pequeñas ?o pírricas? alegrías que nos da pensar la nada. Existe ?cómo negarlo? una cierta jovialidad enimaginar la destrucción de uno mismo y el todo, una especie de goce en la desesperación y en toda voluntad negativa. Pero, al tiempo, estetítulo quiere también sugerir que las cuestiones que aquí se planteanno están en absoluto para alegrías o bromas. Pues se trata,ciertamente, de asuntos que, de algún modo, nos permiten tambiéntrazar una deriva ?otra? del espíritu de la Modernidad misma. DecíaHegel que el espíritu no es ese poder semejante a lo positivo queaparta los ojos de lo negativo, como cuando decimos de algo que no esnada o que es falso, y liquidado eso, nos alejamos de ello y pasamos a cualquier otra cosa. El espíritu ?el que nosotros queremos convocar?es más bien y sólo este poder en tanto que le mira a la cara a lonegativo, y se demora en ello. Este demorarse ?concluía Hegel? es lafuerza mágica que torna lo negativo en el ser.