Blas de Lezo, el almirante, cojo, manco y tuerto que logró unavictoria determinante sobre los ingleses en Cartagena de Indias,alcanzó las cimas del escalafón de la Armada a una edad tan tempranaque puede que no hayan existido casos semejantes en la dilatadahistoria de la institución naval. Lezo se vio obligado a ejercer elmando de buques y agrupaciones navales en los escenarios bélicos másdifíciles de imaginar y en circunstancias, casi siempre combates alcañón, que no permitían dudar ni hacer concesiones que pudieran seraprovechadas por esos zorros de los mares que han sido siempre losmarinos ingleses. Más allá de su larga lista de virtudes como hombre y como marino, y también con sus imperfecciones, que las tuvo comocualquier ser humano, la figura de Blas de Lezo se identifica con lade un líder militar extraordinariamente heroico y con la de unentrañable ser humano que a los españoles no debería movernos a otrosentimiento que el de un enorme y sanísimo orgullo. Las heridas ymutilaciones recibidas por nuestro personaje en la batalla naval deVélez-Málaga, en la defensa del castillo de Santa Catalina, en Tolón,y durante el asalto a Barcelona en 1714, a consecuencia de las cualesquedó cojo, tuerto y manco, son completamente veraces. Con cada partede su cuerpo que se fue dejando en los combates en los que participó,ganó un pequeño trozo de gloria para España. Gracias a la defensa deBlas de Lezo en Cartagena de Indias, quinientos millones de centro ysuramericanos hablan hoy la lengua española en lugar de la inglesa.