EL reloj de sol que aparece en la cubierta de este libro se encuentraen la fachada de la Villa delle Ginestre, en Torre del Greco, al piedel Vesubio, donde Leopardi pas¢ un tiempo tratando de restablecer susiempre quebrantada salud. La fotograf¡a ha sido invertida de blancoa negro, como puede advertirse, pasando ese reloj de ser de sol aser, podr¡amos decir, de luna. As¡ lo sugiere la base del gnomon ov stago que marca la hora. No sabr¡a explicar qu‚ rara asociaci¢n mellev¢ de ese reloj al t¡tulo de este libro, ni a hacer del d¡a lanoche. ¨Acaso fue el hecho de que de la palabra sileo de la leyendalatina (Sine sole Sileo, En silencio sin sol) haya desaparecido laletra e, como si la propia palabra no se resistiera a permanecer eneste mundo sin dar ejemplo? ¨El hecho de que el tiempo que mide unreloj de sol, y aun todos los relojes, apenas sea una parte deltiempo, £nicamente el menos sensitivo de los tiempos? Qui‚n podr¡adecirlo. No menos misteriosas son las galer¡as que unen en estoslibros la vida y la muerte, la risa y el pesar, la alegr¡a y lasombra, y todas aquellas otras que recorremos a diario fingi‚ndonos,para sobrevivir, unas veces m s y otras menos. Tampoco sabr¡aexplicar qu‚ son estos libros. ¨Diarios, novelas? Escritos comodiarios y publicados como novelas, han acabado siendo una tierra denadie. En ella la vida, suma de realidad visible e invisible, buscaun sentido. Habr lectores que los lean como diarios y quienes loslean como novela. Qu‚ m s da. Yo los siento a medio conseguir yprovisionales, como todo lo m¡o, unas veces m s y otras menos, y as¡lo he confesado siempre. Me cuesta poco escribirlos y me cuesta muchocorregir los, y al corregirlos temo siempre haber arruinado lo queten¡an de espont neo y genuino, si lo ten¡an. Este sale con la mitadde las p ginas que los anteriores, habiendo tenido tantas como ellos,pero tampoco tengo el convencimiento de que el resultado seasatisfactorio. Las decisiones de orden est‚tico cuando escribo estoslibros tan fragmentarios y ca¢ticos obedecen, al menos en mi caso, arazones confusas, m s intuitivas que te¢ricas, de quien obra porinstinto. Que este a¤o aparezca con menos p ginas y con retrasorespecto de otros tomos, tiene que ver con ese penoso trabajo decorrecci¢n y reducci¢n y con las dudas que he tenido a lo largo del£ltimo a¤o. En los castillos de naipes los problemas empiezan aaparecer a medida que crecen, y toda obra de imaginaci¢n, aunquenazca de la realidad, o precisamente por ello, tendr siempre algo defr gil e inestable. No creo haber perdido la esperanza de que la notapulsada se pareciese, por una vez, a esa que uno cree o¡r dentro des¡, pura y original, pero no puedo asegurar que tal cosa vaya asuceder precisamente, como en la leyenda de otro reloj de sol ideal,Hic et nunc, aqu¡ y ahora. Andr‚s Trapiello.