Mirar al cielo suele parecernos un suceso similar al de asomarse a unabismo. El cosmos es para nosotros el reino de lo lejano, el espaciodonde yace todo aquello que nunca podremos tocar. Lo que ocurre, sinembargo, es todo lo contrario. No hay nada m s cercano que el cielo,nada m s propio de nuestra condici¢n que dejarse asombrar por elbrillo de un planeta. Todo lo que nos ha ocurrido como especie, todolo que les ocurri¢ a las especies que nos precedieron y habr deocurrirles a las que nos sigan est ¡ntimamente unido al devenir delos astros. Esto lo sabe muy bien Rafael Bachiller, uno de los pocoscient¡ficos profesionales que se esfuerzan por comunicar la ciencia al gran p£blico.