En el a¤o 64 a. C., Marco Tulio Cicer¢n inici¢ la campa¤a electoralpara el consulado romano. Su hermano peque¤o, Quinto, se entretuvo endescribirle de qu‚ argucias deb¡a servirse para poder ganarse elfervor de los votantes. Lo cierto es que, en julio de 64, obtuvo launanimidad de las centurias y el cargo al que optaba, qui‚n sabe sigracias a haber puesto en pr ctica los sabios consejos de su hermano.No deja de ser curioso que, veinte siglos m s tarde, lasrecomendaciones del peque¤o de los Cicer¢n sigan siendosorprendentemente v lidas. Giulio Andreotti observ¢ con justeza que su autor, al escribir la carta que hoy presentamos, ?no pudo imaginarseque su breve tratado pudiese ser le¡do a m s de dos mil a¤os dedistancia y resultar extraordinariamente interesante, no s¢lo comodocumento hist¢rico y literario, sino tambi‚n por una especie deimprevisible actualidad en los hechos que describe?.