Las breves cr¢nicas de Caellas destilan una iron¡a fina, esmerada, sin miedo a la represalia por meter el dedo en el ojo, con ceroresentimiento. Nadie tiene la culpa de que la fiesta de la patrona deCarcelona coincida con la de las instituciones penitenciarias, ni deque la fiesta de los presos sea m s chistosa que los car¡simosanuncios publicitarios de Woody Allen. La elegancia en la prosa deMarc Caellas no es forma hueca o vendida, es fondo que obliga a lareflexi¢n sobre la libertad ama¤ada. Nace de un hecho intrascendente,una experiencia personal o un sentimiento que inmediatamente incita ala reflexi¢n inteligente, elaborada por quien ha bebido las fuentesadecuadas y no vacila en denunciar la falsedad hist¢rica de los falsos defensores de la patria, es decir, los especuladores que imponen sucanon y desdibujan el paisaje que ha ido configurando la identidad.