¿Qué vemos cuando miramos un cuadro como "Niño con piojos", pintadocon un tremendo realismo por Murillo en la capital hispalense hacia1650? En él se refleja con crudeza y exactitud toda la miseria, elabandono y la malnutrición que soportaban por aquellos tiempos lasclases populares y menesterosas de la sociedad sevillana. A eso quevemos hace referencia, de forma compendiada, el contenido de estelibro. Insalubridad: un mozalbete sucio y tiñoso que está intentandoquitarse lo parásitos que invaden su cuerpo y su deprimente vestimenta en una estancia igualmente inmunda y tétrica. Desamparo: en elambiente y en la persona impera la indigencia; el niño, solitario ytal vez huérfano, sin calzado y harapiento, está sentado en el lóbrego suelo y apoyado en una pared desconchada; no hay enseres en elaposento ni en la ventana; por el contrario, se destaca la presenciaprimorosa del cántaro, motivo tópico de la pintura de la época, perotambién símbolo de la escasez que había de agua buena y del humildeoficio de aguador. Hambre: cascarilla y alguna fruta es toda la comida que se muestra, representación idónea de la subalimentación quepadecía la población sencilla, víctima una y otra vez de las repetidas crisis de subsistencia que tan asiduamente provocaban penuriafrumentaria, carestía e inanición. Estos factores de la realidadcotidiana de la masa popular de Sevilla son los que se desarrollanaquí mediante un estudio de larga duración (desde el siglo XIV hastael XVIII) y con profusión de documentos de archivos históricos.