La villa de Zafra de los siglos XVI y XVII en nada se asemeja a esepáramo cultural con el que se suele identificar al espacio extremeño.En su trama urbana ejercen el arte de la educación maestros ypreceptores, suministran su preciosa mercancía avezados libreros,surgen bibliotecas que atesoran volúmenes, vecinos que leen y seregocijan con las representaciones teatrales. Unos y otros son elobjeto de este estudio, sin dejar al margen los avatares históricos de la localidad.