Al abordar los dieciséis documentos emanados del concilio VaticanoII,se experimenta una cierta desolación por encontrarse ante unos textosexpresados en un lenguaje más o menos solemne, en el que no sabe muybien cómo orientarse. Por eso, el autor propone una lectura orgánicaorganizada de los textos, agrupándolos según los distintos núcleos temáticos desarrollados en el concilio. Ofrece pues aquí unabrújula para aventurarse en un inmenso mar de textos conciliares ynavegar en el concilio; con esta ordenación, resulta más sencilla sucomprensión. El espíritu del concilio lo ve sobre todo en los textosconciliares más que en los comentarios, a los cuales ha acudidotambién.