HERNANDEZ BRAVO, RICARDO / HERNANDEZ RODRI
La poesía y la pintura crean por igual mediante la composición. Lapintura (figura, color, línea) es un arte de olores y miradas, siendouno de sus máximos desafíos hacer hablar, a base de trazos, a losjúbilos y resquemores de una realidad menguada en dimensiones, sin que por ello deba faltarle ese temblor expansivo que sugiera la vastedadde los ámbitos del mundo y de lo humano que en el hábito del simplemirar permanecen escondidos a los más, casi siempre. Menos espacial yfigurativa, la palabra poética es ojo y oído de puertas adentro.Convoca y evoca en su tonalidad temblorosa el fondo de una hoguera,los visajes intensos de aquello que no acepta quedarse desvaído en elolvido o en la insignificancia, propendiendo a tornar su planicie delíneas en relieve de sonoridades y ondulaciones que marcan compasesdesoídos. Pero hay más: pintura y poesía originan provocaciones en sus respectivas sintaxis. Una y otra son metamorfosis, transfiguracionesde materia prima en nuevas presencias.