Hay un momento en que los ojos se abren de pronto al arte, igual quelos o¡dos a la m£sica o a un idioma que hasta entonces se ha estudiado con la sensaci¢n de no avanzar, o de hacerlo muy despacio. PierreFrancastel, Giulio Carlo Argan, Erwin Panofsky y E. Gombrich meense¤aron a mirar con los ojos bien abiertos las obras de arte y abuscar sus v¡nculos con el mundo real, intentando ver en ellas lo quevieron sus contempor neos y comprender el lugar que ocupaban en susvidas y en sus sistemas de creencias. Creo que fue de Baudelaire y deMarcel Proust de quienes empec‚ aprendiendo a escribir sobre arte,intentando usar las palabras como una lente de aumento para mirarmejor lo que se tiene delante de los ojos, en los cuadros y tambi‚n en la realidad. Mucho m s tarde, ya adulto, descubr¡ a Robert Hughes yquise tomar ejemplo de su apasionada claridad. Los ensayos de estelibro se han ido escribiendo de manera intermitente a lo largo de casi veinte a¤os. Al verlos juntos ahora, observo que el azar de losencargos y del puro paso del tiempo les ha ido dando una cierta unidad involuntaria, casi un hilo narrativo, que tiene mucho que ver con laderiva de mis intereses personales y mis aficiones, quiz s con la‚tica y la est‚tica que est n impl¡citas en el trabajo de cadaescritor. Antonio Mu¤oz Molina