Uno de esos veranos que a m¡ se me hac¡an interminables porque casi me quedaba sin amigos con quienes jugar, cay¢ en mis manos. Fue unasuerte de la que a£n hoy me alegro. Alguien tuvo que dej rmeloprestado porque en mi casa apenas hab¡a libros. Lo abr¡ por la primera p gina y comenc‚ a leer. Y ya no pude dejarlo. Le¡ aquella novela deun tir¢n y creo que pocas veces a lo largo de mi vida he vuelto a leer un libro con tanta delectaci¢n. Lo acab‚ y volv¡ a empezarlo. Aunqueya conoc¡a perfectamente la historia, me volvi¢ a enganchar de unamanera tan incre¡ble como misteriosa. Creo que me pas‚ todo aquelverano embebido entre las p ginas de Las aventuras de Tom Sawyer, yhoy, muchos a¤os despu‚s, agradezco cada d¡a a Mark Twain que loescribiera.