«La realidad es infinitamente más preocupante que la ficción y nosatemoriza [...] La ocultación, lo no visible, lo invisible, formanparte de mi pan de cada día. Vivo con la obsesión invasiva deenmascarar a todo bicho viviente, a rostros conocidos y desconocidos.El disfraz no es sólo atributo de los animales racionales, y si no que se lo pregunten al camaleón y a la culebra. Los objetos también sedisfrazan, se ocultan y juegan al escondite con nosotros, fantasmeando [...] E incluso nuestra casa puede llegar a ser un disfraz.» Entrebambalinas, Eduardo Arroyo nos narra escenas aisladas de su vida enlas que sus compañeros de viaje y él mismo, semiocultos con susmáscaras, antifaces y travestismos, comparten espacios de soledad ycompañía. «Robinson Crusoe marcó mi vida de forma definitiva y meindicó tanto el buen como el mal camino. El bueno: la delicia de estar solo. El malo: el no estar acompañado.»