Mil n, 1496, Leonardo da Vinci espera ilusionado su primer encuentrocon el fraile Luca Pacioli, alumno de Piero della Francesca ymatem tico ilustre. Al ingresar en la celda del fraile, en elmonasterio que lo alberga, Leonoardo fija su atenci¢n en una pinturaque representa al erudito: un conjunto de alegor¡as y referencias a la geometr¡a euclidiana que lo impresionan. Para Leonardo, que siemprehab¡a estado interesado en todas las ramas del conocimiento, lasmatem ticas, cuyo estudio le hab¡a sido negado, sigue siendo la reinade las ciencias. Precisamente por este motivo hab¡a pedido alembajador milan‚s en Venecia que invitara a los franciscanos aMil n.
El encuentro entre los dos hombres, sinembargo, se ve empa¤ado por la muerte del vecino de Pacioli, otrofraile, en realidad un ladr¢n, culpable de haber robado los antiguostextos bizantinos que llegaron a Italia tras la ruinosa cruzada enMorea liderada por Sigismondo Pandolfo Malatesta. Esos vol£menes,desaparecidos junto con el asesino, son de gran intere‚s tambi‚n paraLeonardo y Pacioli. Juntos, de Mil n a Venecia, de Florencia a Urbino, cruzando una Italia ahora al atardecer de la feliz, pac¡fica eindependiente ‚poca de Lorenzo Medici, Sforza y Montefeltro, los dosse ubicar n en el camino del asesino y los textos rabados. Y Leonardodescubrir el enigma escondido en la pintura que representa a Pacioli.