En la esquinita suroccidental de España, son pocos los que después devisitar Cádiz no sonríen al evocarla. Una expresión facial bien comúnen la mayoría de los gaditanos: el humorismo, con peculiares dosis decastizo y espontáneo surrealismo, surge tan natural comofrecuentemente en esta ciudad de sol y de mar. Rodeada por elAtlántico por tres de sus cuatro costados, el casco antiguo de Cádizes uno de los más bellos y especiales de Andalucía. Empezando por sufantástica catedral de cúpula dorada, que parece no caber en la plazaque la aloja, y siguiendo por el pequeño y antiquísimo barrio delPópulo, el fascinante oratorio de la Santa Cueva, el de San FelipeNeri (donde se aprobó la Pepa en 1812), el mirador de la Torre Tavira? Y, monumentos aparte, La Caleta, la fantástica playa urbana de Cádiz, mediante la cual la ciudad sonríe al océano Atlántico; o la plaza delas Flores, un bonito rincón que antes o después aparece en cualquierpaseo que uno de por la ciudad. Si se dispone de algunos días más, noes poco lo que ofrece la provincia: algunas de las mejores playas deEspaña, y también algunos de los pueblos más singulares del país,especialmente los que se suelen encuadrar en la ruta de los pueblosblancos. Sin dejar de lado poblaciones de visita imprescindible comoSanlúcar de Barrameda,Vejer, Jerez de la Frontera?