«¿Sabr‚ yo dar un testimonio exacto y fiel de mi admiraci¢n porHans-Georg Gadamer? Alreconocimiento, al afecto del que est hecho, y al cual desde hace muy largo tiempo sientoasociarse oscuramente una melancol¡a sin edad. [...]»Cada vez que convers bamos —siempre en franc‚s, es verdad, m s de una vez aqu¡, enHeidelberg, y a menudo en Par¡s o Italia—, a trav‚s de todo lo que ‚lme confiaba con unaamabilidad cuya calidez siempre me honr¢, emocion¢ y alent¢, ten¡a yola sensaci¢n decomprender mejor un siglo de pensamiento, filosof¡a y pol¡ticaalemanes —y no s¢loalemanes—.»Sin duda, la muerte habr cambiado esa melancol¡a —y lahabr agravadoinfinitamente—. La habr sellado. Para siempre. Pero bajo lainmovilidad petrificada del sello,en esa firma dif¡cil de leer pero de alg£n modo bendecida, me cuestadiscernir lo que data dela muerte del amigo y aquello que la habr precedido desde muchotiempo atr s.»Carneros es el texto de una conferencia pronunciada en memoria deHans-Georg Gadamer,en la Universidad de Heidelberg, el 5 de febrero de 2003. Es tambi‚n,casi de principio a fin—y de all¡ su t¡tulo—, la lectura de un singular poema de Paul Celan.