El Papa Francisco en esta Carta dirigida al Pueblo de Dios condena los abusos sexuales, de poder y de conciencia sufridos por muchos menores y cometidospor clérigos y personas consagradas. Admite «con vergüenza yarrepentimiento que no supimos estar donde teníamos que estar, que noactuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño quese estaba causando en tantas vidas» y nos insta con urgencia a reafirmar una vez más nuestro compromiso para garantizar la protección delos menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad.