Desde la magnífica aventura de Agustín de Hipona narrando suresurrección al mundo de la fe hasta la inolvidable semblanza delpoliédrico sujeto que fue Jean-Jacques Rousseau, el género de laconfesión ha atraído a escritores de todas las épocas, quizá porque al empeño autobiográfico nunca le resulta del todo ajena la tentación de incluir elementos ficticios. Una inteligencia tan inquieta como la de Tolstói, seducida por las grandes preguntas metafísicas que Kantsancionó como irresolubles, no podía escapar al hechizo de semejantegénero.Tras la publicación por primera vez en castellano de El Evangelioabreviado, texto en el que Tolstói sacó a la luz las tormentas másíntimas de su yo, KRK Ediciones prosigue la edición del itinerarioespiritual del gigante ruso, presentando esta Confesión que, con unlenguaje diáfano y limpio, indaga en la cuestión acerca del sentido de la vida y encierra algunas de las claves que han hecho reconocible la figura de Tolstói: la vuelta al pueblo, el conflicto entre vidamaterial y vida espiritual, la insatisfacción que produce elconocimiento, la consolación que se esconde en la fe y, sobre todo, la inquisición constante del yo, la misma que condujo a Camus, en Elmito de Sísifo, a incluir a Tolstói en la nómina de los novelistasfilósofos, aquellos que, precisamente, son todo lo contrario quenovelistas de tesis.