La de Papageorgiou, como toda buena poesía, no busca cosas extrañassino lo que de extraño hay en las cosas. Una intención de narrar lasentimentalidad del mundo desde el punto de vista de la anomalía,acción que por un breve instante de tiempo une el aliento de la poetacon el del científico. La mirada extrañada que tuvo que tener Newtonpara ver lo raro que es que una manzana siempre caiga hacia abajo y no hacia arriba, no se diferencia de la mirada que tiene FaniPapageorgiou para decirnos tan certeramente cómo termina el amor ocuando nos propone una delirante y sorprendentemente empírica Escalade Beaufort (aquella que mide la velocidad del viento). Intuicionesque en sí mismas crean una red de analogías tan seminales de latradición como contemporáneas.