Cuando Rilke emprendi¢ su viaje por Espa¤a, no hab¡a o¡do hablar deRonda, donde lleg¢ casi por casualidad. Se sinti¢ abrumado por lamajestuosidad del paisaje y decidi¢ quedarse por un tiempo; al final,estuvo all¡ desde diciembre de 1912 hasta febrero de 1913. Aprovech¢el anonimato -un turista extranjero en un hotel pr cticamente vac¡o -para realizar un ejercicio de introspecci¢n y plantearse intensamentela direcci¢n que habr¡a de tomar su obra, y tuvo un brote decreatividad, al contrario de lo que le hab¡a sucedido en Toledo.Desde Ronda consigui¢ un nuevo estudio en Par¡s y parti¢ en febreropara enfrentarse una vez m s a la dura prueba que esta ciudadrepresentaba para ‚l desde que, en 1902, la visitara por primera vez.Ronda, por lo tanto, podr¡a considerarse un lugar de descanso, unperiodo de tregua en el peregrinaje -a menudo atormentado- de Rilkepor los pa¡ses de Europa, y una ¡ntima experiencia de un paisajecuyas caracter¡sticas numinosas tuvieron una profunda resonancia ensu interior.