El que no exista ninguna prueba convincente de que el todopoderosoManuel Godoy fuese el amante de la reina Mar¡a Luisa de Borb¢n-Parma,-madre del futuro Fernando VII-, indica la persistente tergiversaci¢nque se ha hecho de este personaje, crucial para el entendimiento de la historia contempor nea espa¤ola. Los rumores sobre aquellos supuestos amores, en buena parte difundidos por el propio Pr¡ncipe de Asturias, y que fueron tomados como ciertos por la historiograf¡a del sigloXIX, respondieron a una campa¤a orquestada por altos estamentos de lanobleza. Una campa¤a un tanto chusca que encubri¢ el verdadero sentido del Mot¡n de Aranjuez, concebido como un golpe de estado que logr¢ la ca¡da -y casi la muerte de Godoy-, y que Carlos IV abdicase de susderechos en su heredero, en un momento en que las tropas napole¢nicasatravesaban Espa¤a. Lo cierto es que el joven pr¡ncipe Fernando odi¢ a Godoy, que conspir¢ contra su padre, que solicit¢ el apoyo deNapole¢n y que, para que este le reconociera como rey, fue a "recibirlo " a... Bayona. All¡, debi¢ devolver la Corona de Espa¤a a su padre, quien a su vez la entreg¢ a la familia Bonaparte.Mientras los espa¤oles luchaban fieramente contra los experimentadosej‚rcitos imperiales en nombre del " deseado " rey Fernando, este felicitaba a Jos‚ Bonaparte, y ped¡a a Napole¢n que lo tomasepor hijo adoptivo. Su larga ausencia vali¢ para que las Cortes deC diz aprobasen la Constituci¢n de 1812, que ‚l aboli¢ de inmediato asu vuelta a Espa¤a, restableciendo la Inquisici¢n, persiguiendo a losliberales y exiliando a los " afrancesados " . En 1820 hubode seguir la " senda constitucional " , hasta que tres a¤osdespu‚s consigui¢ que los cien mil hijos de San Luis lo repusiesen entodos sus poderes. Luego vino la llamada d‚cada ominosa en la que,pese al oscurantismo que impuso, se le sublevaron los "apost¢licos " . Por si fuera poco, hubo un pleito din stico, y un d¡a despu‚s de su muerte comenz¢ la primera -y feroz- guerracarlista.