Una novela sobre los lazos familiaresconstruida con el mejor estilo de Anne Tyler (Pulitzer 1989), quemuestra lo mejor y lo peor de nosotros mismos. «Lo importante no es saber cuánto amas aalguien,
sino quién eres tú cuando estás con esapersona.»
Anne Tyler Todas las familias guardansecretos, incluso las que parecen perfectas. Los Whitshank no son unaexcepción a esa regla, pero ¿quiénes son realmente los Whitshank? Pues una familia de clase media americana afincada en Baltimore desde1920. A simple vista, parecen un clan unido por el afecto y lasolidaridad. Sin embargo, pronto descubriremos que en el retrato quehacen de sí mismos solo aparece una parte de la fotografía.«Era una hermosa tarde amarilla y verde, y soplaba una suavebrisa...» Así es como Abby comienza siempre a relatar cómo se enamoróde Red Whitshank. Pero eso fue en julio de 1959, y ahora estamos enpleno siglo XXI. Abby y Red se han hecho mayores, los cuatro hijos que tuvieron son ya adultos y con el transcurso de los años no solo hanacumulado momentos de ternura, armonía y felicidad; su historiatambién esconde celos, decepciones y engaños. Sin embargo, más allá de los silencios, incluso más allá de la muerte, los Whitshank nuncadejan de ser una familia. Basta a veces que una madeja de hilo azulcaiga al suelo en un momento clave para saber que no estamos solos...Sucede así, incluso en las familias sencillas, incluso en lasimperfectas. El hilo azul es una novela que tiene elpoder de emocionar huyendo de tópicos y sentimentalismos. Una obra que reúne todas las cualidades -inteligencia, humor y compasión hacia elser humano- que han hecho de su autora una de las figuras más amadas y respetadas de nuestro tiempo. La crítica hadicho...
«Las novelas de Anne Tyler son una espléndidainvitación a pasar un tiempo en esos barrios de Baltimore que ella haconstruido casa a casa, palabra a palabra, en su brillantecarrera.»
Francine Prose, The New York Review of Books«Una grandísima escritora.»
The Guardian «Tylerconvierte la situación más común en algo profundo yhermoso.»
The New York Times