Unos 2.000 años nos distancian de este hermoso himno-oracióncristiano, tan anti-guo como los orígenes de la Iglesia; sin embargo,la voz de María, irrumpiendo con la misma fuerza y frescor quecaracteriza los comienzos, no ha cesado de ser escuchada desdeentonces. El fluir de conceptos, y sobre todo de sensaciones, de estas páginas pretende llegar a ser, tan sólo, un canto en respuesta al deMaría, como eco del suyo. También nosotros, cristianos del siglo XXI,somos testigos de una nueva era, sin más dilación. Los nuevos tiemposya llegaron, es hora de tomar conciencia y de orientar nuestrasacciones en coherencia con el mensaje del Magnificat.