La relaci¢n del ferroviario Pancho con su m quina bien se puedeasimilar a la que mantiene con su amante Teresa. El trato parece elmismo: similar, la pasi¢n con una y otra. A ambas, a su mujer y a sum quina Prieta, domestica, a las dos acaricia, lubrica, percibe susolores y siente sus gemidos. Y acabar lamentando su p‚rdida a trav‚sde pasajes conocidos y desconocidos, atrapado finalmente en vericuetos y laberintos a los que uno no sabe c¢mo lleg¢ ni tampoco como saldr