No m s que nadie ni mejor tampoco que otros: la am‚ con rabia yobediente de reglas y caprichos. Fui paciente si ella beligerante.Estuve loco al estimarla m¡a enteramente, que ser el due¤o fuetenerla en poco, no poseerla en fin. Si ahora toco por azar suvirtud, indiferente se entrega al viejo amigo que la busca con vozarrepentida en el recuerdo. Ya nada le reprocho, sin embargo, y apenasi le escribo. No me ofusca verla coquetear, pasar de largo... Talvez salgo ganando si la pierdo de vista por un tiempo: en los quecorren, contad¡simas diosas nos socorren y ella tambi‚n se porta como