¿C¢mo condensar en pocas l¡neas toda la complejidad de esta dif¡cilhistoria de amor, que genera a su vez tantas otras que nos hacenpensar y sentir la abrumadora soledad en la que intentan sobrevivirestos personajes feos y hura¤os, crecidos en el desamor, conmovedoresen medio de tanta dureza y tanta ternura ? En un Madrid sin alma,Benito ata los cabos de su accidentada existencia gris, hecha paraestrellarse una y otra vez «con la miseria del h‚roe», hasta el d¡a en que, cual un nuevo y desesperado Robinson urbano, encuentra a suViernes en Manuela, con quien la Naturaleza no fue benigna pero aquien s¡ dot¢ del extraordinario don de fabular. Consuelan su tortuoso y tenue deseo de vida y amor el recuerdo insistente de las chinelasazul celeste de una madre infiel y los delirios filos¢ficos dePolibio, intelectual venido a menos, due¤o del bar m s cutre de laciudad. A su alrededor, los dem s, el jodido mundo que es como unaisla desierta cuando no hay un maldito Viernes que te cuente uncuento?