El verso de un poema ;Y qu‚ amor no cambia; retumba obsesivamente enla cabeza de Efisio Marini desde el d¡a en que el comendador AlcesteTramontano, «hombre de honor» temido y reverenciado en N poles, leense¤a el diario de la joven Restit—ta Serr…le. Esta, muertaaparentemente de c¢lera, serv¡a como criada en una casa noble, eincluso sab¡a escribir, pero en sus sencillas relaciones de vidacotidiana se capta algo inquietante, la sombra de un misterio y, almismo tiempo, el rastro de una pasi¢n. Y adem s, entre las p ginas,esas rimas con otra letra... ¿De qui‚n ser n? ¿Y por qu‚ convocaTramontano precisamente a Marini, c‚lebre m‚dico embalsamador, parapedirle que investigue la muerte de Restit—ta? ¿A qu‚ se debe tantointer‚s por una criada? Una serie de delitos dan la impresi¢n de estar unidos a ese verso que plantea una pregunta a la que ‚l no saberesponder a£n;