Hace tiempo que perdimos la fe en la idea de que las personaspodríamos alcanzar la felicidad humana en un estado futuro ideal, unestado que Tomás Moro, cinco siglos atrás, vinculó a un topos, unlugar fijo, un Estado soberano regido por un gobernante sabio ybenévolo. Pero, aunque hayamos perdido la fe en las utopías de todosigno, lo que no ha muerto es la aspiración humana que hizo que esaimagen resultara tan cautivadora. De hecho, está resurgiendo de nuevocomo una imagen centrada, no en el futuro, sino en el pasado: no en un futuro por crear, sino en un pasado abandonado y redivivo quepodríamos llamar retrotopía.Fiel al espíritu utópico, la retrotopía es el anhelo derectificación de los defectos de la actual situación humana, aunque,en este caso, resucitando los malogrados y olvidados potenciales delpasado. Son los aspectos imaginados de ese pasado ?reales o presuntos? los que sirven hoy de principales puntos de referencia a la hora detrazar la ruta hacia un mundo mejor.