®Con la aparici¢n del pensar ecol¢gico y de la conciencia de nuestraresponsabilidad por el futuro de la vida, de los ecosistemas, de lahumanidad y del planeta Tierra, las conciencias despertaron, sesuscitaron discusiones cient¡ficas y se exigieron pol¡ticas nuevasreferidas a la relaci¢n desarrollo medio ambiente. Todo esto tambi‚nsupuso un reto para las religiones y las tradiciones espirituales. Enel mbito cristiano se ha rescatado una antigua tradici¢n: la delCristo c¢smico. Textos que se remontan a los comienzos delcristianismo, especialmente las reflexiones de san Pablo, presentan aCristo como cabeza del cosmos, pues se afirma que todo fue hecho por‚l, en ‚l y para ‚l. Esta concepci¢n ha propiciado el nacimiento deuna verdadera m¡stica c¢smica. Cristo no se encuentra s¢lo en lasEscrituras, en la Iglesia o en la hostia consagrada, su lugar naturales el cosmos. Y como el cosmos es el resultado de un inmenso procesoevolutivo, Cristo tambi‚n es parte y fruto de ese proceso. Debe haberse¤ales de ‚l impresas en las circunvoluciones de este ya largocaminar de nuestro universo. La obra de Teilhard de Chardin pretendi¢recoger esos indicios y articularlos sistem ticamente. Pero lacristolog¡a c¢smica no busca s¢lo entenderlas dimensiones de larealidad de Cristo que llegan hasta el universo; quiere respondertambi‚n a una b£squeda siempre presente en el esp¡ritu humano:¨cu les el factor, la energ¡a, el v¡nculo que hace que el universosea un cosmos y no un caos? Este inter‚s no es solamentehistoriogr fico sino principalmente existencial: ¨c¢mo concebir laUnidad del Todo?, ¨por qu‚ caminos se revela?, ¨c¢mo elabora elcristianismo su respuesta? La pretensi¢n final de nuestra b£squeda esreforzar una lectura hol¡stica e integradora de la realidad y animaruna m¡stica c¢smica que abrace a las ciencias, las religiones, lastradiciones espirituales y la sensibilidad ecol¢gica contempor nea¯(Leonardo Boff, de la introducci¢n).